viernes, 21 de julio de 2017

Museo de la Corrupción

Por Elías Diéguez
La sabiduría que guardan las siguientes frases: “Quien no conocer la historia está condenado a repetir sus errores” de autor anónimo y la metáfora de Marx: “cuando la historia se repite, lo hace en forma de comedia, caminan y desembocan en una Y griega y sus pasos cruzaran la noche de horror y corrupción que puebla nuestro País. Sé que es imposible, pero déjenme que al igual que México siga dormido, con la diferencia, que en mi caso sea un sueño y en los políticos una pesadilla. Hagamos de su pesadilla El Museo de la Corrupción, para que cada mexicano tropiece a cada paso con una de sus corruptelas, porque hasta en la colonia más modesta hay, por lo menos, un hecho de corrupción: drenaje, ciclopistas, iluminación, palmeras. Por ejemplo, que las casas que le incauten a Duarte, queden en completo abandono, para quienes las vean, recuerde y miren en ellas un Monumento a la Corrupción; los pasaportes de Duarte y Esposa sean construidos en tamaño monumentales, colocados a la entrada de cada ciudad, con el mantra en letras de oro “merezco la abundancia”; que al llegan al Puerto, el yate en que viajaba quede anclado y en descuido total para que igualmente lo miren y recuerden que es parte de El Museo de la Corrupción, ah también el helicóptero en el que huyó quede petrificado. Que el helicóptero usado por Corerlfer quede frente a la puerta de su casa, igual que su parita enyesada. Que el rancho de Moreira quede abandonado y desolado. Sé que los bancos serían felices con esta medida, se quedarían miles y miles de miles de millones en sus cuentas y bóvedas. Colocar una escultura del ex delegado de la SCT en bata médica huyendo, en las afueras del hospital de donde escapo. El antifaz monumental del otro Duarte enfrente del Palacio de Gobierno para que a la salida salude a los visitantes. Las ruinas de la guardería ABC con muchas margaritas. “Las ligas” de Bejarano y su disfraz invisible de rata y “la bolsita” de Cadena en tamaño gigante queden como testimonio viviente. La botella de Calderón; la botella de coñac de gober precioso, el vaso de sidral de Zedillo. Los amparos de Tarin; fuera del juzgado en Veracruz, una escultura de un juez porki con toga y birrete. En el estado de México, una vez a la semana por todas sus calles suene el grito: “ahí vienen”. Que el socavón de Paso Express quede, construyan un libramiento o quede como glorieta, y con una fuente de luz haga la imagen de los dos cadáveres de luces flotando, con letras gigantes de platino la inscripción: “Este Paso Express no apto para las lluvias” coronado con la frase “por lluvia y basura” o “por la incontinencia urinaria de Tláloc”. Póngale un Teleférico al socavón. No se vería mal una escultura monumental de Ruiz Esparza luchando contra Tláloc.
Que cada casa cateada quede con sellos fluorescentes. En Tenancingo todas las casas de los trata pero también la de los que les tomaron la propina, dadivas queden como Monumento a la Impunidad. Imagino que no habrá calle en México que, por lo menos, no encontremos más de un monumento.
Deduzco que el primer monumento a la corrupción fue el Partenón de Arturo El Negro Durazo; la Colina del Perro de López Portillo; Punta Diamante de Diego. Al menos de los tiempos modernos.
México sería una Ciudad Museo como ahora lo es Florencia, nada más que del horror.



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