viernes, 21 de julio de 2017

Porque permitió
Que lo hiciera una caricatura viviente

Por Elías Diéguez
Con tristeza leemos, escuchamos y vemos a muchos mexicanos alegrarse con el maltrato que el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica da al de México. Lo buenos, es que todavía quedan unos que se indignan y hasta se enojan.
No bastó la furia del peinado que soplo las fauces del viento, la fuerza del ceño fruncido y la amenaza de la boca chueca sino la demoledora palabra, llenita de dinamita, le estalló en plena cara al Primer Mandatario del País: A B S O L U T A M E N T E. Palabra dura como la roca y brillante como el filo. Dicha la palabra, se desmorono la ingenuidad diplomática, las zalameras expectativas de una relación esperanzadora, promisoria y constructiva… ah y de respeto. Desmoronó el tiempo, esmero y esfuerzo que, durante los días previos a la Cumbre del G20, el Canciller desplazó mediante declaraciones a medios de comunicación, para disminuir las expectativas en la opinión pública, de los logros que se pudieran producir en la entrevista entre los Mandatarios. Nunca esperaron este pastelazo. La educación llegó tarde, más bien no llegó a la Cumbre del G20, pero si fue puntual la grosería, y se asomó la burla en Hamburgo. Seguramente la palabra: absolutamente dibujó una sonrisa en el G20, que no le quedó más remedio que menear la cabeza.
El Canciller no aprende, que por más que se vista de Moctezuma Xocoyotzin no va a ganar así el respeto. Dicho Tlatoani regaló a Cortés piedras preciosas, oro, a cambio, recibió galletas, y eso duras. Moctezuma en su ignorancia, dejémosle en achaques místicos, va y las sepulta en Tula.
Previa a la primera frustrada entrevista ya como jefes de Estado, le entregaron en vasija de plata a don Joaquín Guzmán; en la segunda, el Acuerdo Azucarero, firmado por el Secretario de Economía y su par estadounidense, el cual se traduce en términos monetarios en 1 mil 386 millones de dólares, al venderles la libra de azúcar a 18 centavos de dólar mientras que los mexicanos la compramos a 42 centavos de dólar, si bien nos va. Si es que no se les ocurre hacer la patraña de escasearla, práctica que tiene bien ensayada.
Pero porque el Presidente estadounidense trae a Murazos al mexicano. Rehagamos la historia, en cuenta regresiva. La charla telefónica de dos personas civilizadas, Primeros Mandatarios, tuvo como resultado el acuerdo de “no hablar más en público sobre el tema del Muro”, si iba a ser en pagos chiquitos o si el Chapo lo pagaba. Aunque se oyó que lo de él eran los túneles, no los muros. Este acuerdo fue resultado de la cancelación de la cancelación de la visita del Presidente mexicano a los estados Unidos, quien todavía días antes se emperifollaba y acicalaba, a su vez ésta fue consecuencia del mañanero que le arrimo el Presidente norteamericano con el pajarito: “si no paga el Muro, que ni venga”
Pero antes, más antes, en los merititos Pinos, aun tratando al Candidato a cuerpo de Rey, con la declaración bajo el brazo del líder del Partido Republicano; “de que no haría comentario alguno el candidato”. Para sorpresa y por primera vez, en plena cara del Primer Mandatario de la Nación le dice: “la necesidad de construir el Muro”. El huésped se adueñó ese día de Los Pinos, hasta eligió a quien le hiciera las preguntas, “mientras que Peña Nieto solo se le quedaba viendo”.
Pero como se llegó a los “murmullos” en la Cumbre del G20, en Hamburgo. Fue porque antes hubo un “son malos entendidos”, explicando los malos tratos, en el discurso, a los mexicanos. Sin embargo un antes y fue cuando el Presidente mexicano comparo el discurso del candidato estadounidense con el de Hitler.
“La construcción de un muro entre Estados Unidos de Norteamérica y México no es nuevo, fueron los 20 kilómetros construidos en 1990, entre San Diego y Tijuana, la primera piedra que se levantó, de ahí a la fecha, en diferentes etapas y lugares se ha lleggdo a un mil 50 kilómetros, de un total de tres mil 145 kilómetros y que representa 33.3 del terreno fronterizo, con muro”



No hay comentarios:

Publicar un comentario